Aaron Cross (JEREMY RENNER) es uno de los seis agentes secretos creados por el programa Outcome. Los agentes de este programa no pertenecen a la CIA, sino al Departamento de Defensa. No han sido diseñados para asesinar, sino para funcionar en solitario en misiones altamente arriesgadas de larga duración. El estudio del comportamiento que dio pie al programa Treadstone ha avanzado mucho, pero dado que ambos programas comparten el mismo origen, Outcome se convierte en un peligro cuando la historia de Bourne pasa al dominio público.
La cuarta película vinculada a Jason Bourne mantiene sus esencias de forma, contando con un equipo similar y el estímulo del thriller cualificado por acción y misterios en equilibrio. De fondo, falta un nuevo héroe diferenciado e inolvidable.
En definitiva, ‘El Legado de Bourne’ es un entretenimiento solvente con un eficiente trabajo del reparto (aunque no siempre sus personajes acompañen) y alguna secuencia muy bien resuelta, pero que se hunde forma miserable en un tercer acto que deja una clara sensación de insatisfacción en el espectador. La ausencia de un auténtico clímax y la falta de implicación emocional del espectador en la (demasiado) extensa persecución final hieren de gravedad a una película que, con sus fallitos, iba por el buen camino hasta entonces. Es obvio que querían dejarlo todo abierto para hacer una secuela, pero eso casi se carga la película. Por suerte, el bagaje final sigue siendo positivo, pero mucho menos de lo que sus dos primeros actos prometían, y sería directamente una estafa si finalmente no hicieran una entrega más.